¡Hola, soy Ingrid!
Mamá, diseñadora y emprendedora vocacional.
Con veinticuatro años, tras titularme con la tercera mejor nota TFC y siendo ya madre, comienzo mi carrera profesional en un grupo empresarial con más de 3000 empleados especializado en interiorismo comercial.
Más de 300 carpinteros, un departamento técnico de 7 personas y, sobre mi mesa, una media de 3 diseños nuevos diarios que adaptar y enviar a producción. Mi aterrizaje en el mundo profesional resultaría un reto para cualquier novato. Y lo superé con nota. Tras 14 meses como técnico, el dueño del grupo me llamó a su despacho y me comunicó:
«Ingrid, te vamos a dar una blackberry y plaza de aparcamiento. Te vamos subir el sueldo y vas a pasar a ser responsable de departamento técnico.»
Imaginad mi cara siendo la opción más joven para ese puesto. Imaginad cómo gestionar a un equipo de personas donde el más próximo en edad me sacaba cinco años.
Imaginad convencer a encargados de taller con cuarenta años de experiencia de que tienen que cambiar la planificación de obras, empezar a despiezar o construir de un modo distinto… La «niña» diciendo lo que hay que hacer.
A base de empatía, respeto a la sabiduría de la experiencia y una buena comunicación, la «niña» era a la que todos buscaban para sacar adelante obras y acuerdos.
Un despegue vertiginoso allá por los años 2000. Y también incompatible con la conciliación familiar.
Y así fue cómo, en 2008, decido emprender en “lo mío” (fuera de mi ámbito ya había desarrollado distintos proyectos). Sí, una locura, en pleno estallido de la crisis por la burbuja inmobiliaria.
Fundo un negocio de pintura y carpintería cuyo espíritu era sacar de la ecuación de las reformas los líos de instalaciones y albañilería. Trasladar los conceptos del interiorismo comercial al ámbito residencial.
Realizamos trabajos de decoración mientras colaboro con empresas de reformas, diseño y fabricación de stands, organizadores de eventos… Al mismo tiempo, desarrollo mis habilidades dentro de la artesanía, el cuero y la restauración de mobiliario y elementos decorativos.
Tras ocho años de ser práctica, como mamá responsable que creo ser, decido que es hora de volver a desarrollar mi profesión desde otro ángulo. En 2016 nace Bagua Interiorismo, un estudio donde llevamos a cabo el proceso completo de diseño y ejecución de obra de interiorismo y que dispone de taller propio de restauración de muebles.
Y como los ciclos del universo son de ocho años llega 2024.
Tras dos años de mascar la evolución que necesito para seguir creciendo como persona y como profesional, formarme de modo casi obsesivo y, vale, lo admito… porque los niños ya no me necesitan tanto, Bagua Interiorismo da un nuevo salto conceptual.
Estoy emocionada de presentarte algo más que un estudio de interiorismo: mi pasión y mi propósito. Y me sentiré muy honrada de que formes parte de él. Gracias.